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¿CÓMO DESCUBRO MI VOCACIÓN MISIONERA?

Por: Carlos Abarca – Director Ejecutivo FEDEMEC


Dios es quien llama de acuerdo a su soberanía, voluntad y propósito. Conocemos qué hay un llamado que es para todos, que nos invita a ser santos, a estar con el Señor, y otros aspectos generales de la vida del creyente. Pero hay un llamado particular de parte de Dios, que viene a nuestras vidas y se convierte en un imperativo para nuestro ser interior. Cuando sucede, sentimos algo que nos quema por dentro, una fuerza que no podemos resistir, que nos empuja a ir más allá de lo que podemos realizar humanamente hablando. Cuando logramos entender un poco de este llamado insistente que nos está haciendo el Señor, muchas veces decimos: Señor detente, esto es demasiado. ¿Estás seguro que soy yo? ¿No te has equivocado?

En esta oportunidad queremos llamar tu atención a la manera inequívoca de descubrir nuestra vocación, que es precisamente escuchando al Señor. El Señor sigue hablando aún hoy en día. La Biblia nos narra algunos llamados muy particulares, por ejemplo, el de Samuel (1 Samuel 3:1-11) que es un precioso llamado personal. Samuel no pudo distinguir la voz de Dios las tres primeras veces, porque nunca le había oído. Pero después que supo quién era, aprendió a reconocer la dulzura de esa voz. Dios llamo de una forma diferente a Jeremías (Jeremías 1:4-10). Pedro recibió el llamado personalmente por parte de Jesucristo en Mateo 4:19. Como vemos en estos ejemplos, el llamado se recibe escuchando al Señor. Note, Dios tiene una forma única de llamarnos de acuerdo con cada persona.

A unos les puede hablar por medio de su Palabra, a otros por medio de una predicación o enseñanza y quizás a otros por medio de un sueño. Lo cierto es que, cuando es el Señor el que llama, hay algo dentro de nosotros que nunca vuelve a ser igual, que nos mueve a seguir esa voz que nos atrae en lo más íntimo de nuestros corazones. ¿Será que Dios te está llamando? ¿Hay algo que te tiene inquieto desde hace tiempo? ¿Podrá ser la voz del Señor pronunciando tu nombre? ¿Será la voz del Señor llamándote a dejarlo todo y seguirle incondicionalmente?